Buenas tardes, amigos del murciélago.
Ya he hablado de ello en alguna ocasión, pero me gustaría volver sobre el tema.
Es curioso cómo se escriben algunos relatos, cómo nace la chispa. Si preguntas por ello a un número indeterminado de narradores, tarde o temprano te encontrarás con esta respuesta: "me vino".
"Me vino", como si se tratara de un orgasmo espontáneo e involuntario (y creo que esta comparación es acertada, pues no debemos olvidar que escribir es un vicio solitario, como la masturbación). Pero la cosa no acaba ahí. Tarde o temprano, uno de dirá: "primero se me ocurrió el final".
Y es que esto ocurre. En el caso de "EL HOMBRE MILAGRO", "me vino" tras ver un sample de video en el que se jugaba a dar marcja atrás y adelante a la imagen, como en el cinexín. Se jugaba con un chorro de agua vertíendose en un vaso. De ahí salió el final. El resto fue dibujándose poco a poco en mi mente.
Con todo esto quiero decir que a veces, no siempre, conviene recrearse en esa idea que se te ha metido entre ceja y ceja. Puede que sea un buen final, o quizás un buen principio, y el resto de la historia nazca sola.
Pero volvamos a hablar de "LOS CUENTOS DE CRISIS".
Este relato nació de mi obsesión con los prestidigitadores y del odio que siento por los banqueros, dos sentimientos muy básicos. No deja de tener gracia que esta semana leyera una entrevista a JUAN TAMARIZ, nuestro archi-mago favorito, en la que el periodista le preguntaba: "¿podríamos vivir sin magos?", y él respondía: "podríamos vivir sin todo menos oxígeno. Pero el mundo sería muy triste si hubiera más banqueros y menos magos". Unos párrafos más tarde le preguntaban: "¿Y usted no tendría un truco mágico contra la crisis?", y él volvía al asunto: "Sólo puedo ilusionar a la gente para que proteste contra los trucos malévolos de los financieros".
Da la sensación de que Tamariz ha leído mi relato, antes incluso de colgarlo en la web. Por algo es mago ¿no?
Y vamos ya con el resumen del segundo capítulo, para los rezagados.
Don Ramiro confirma que los trucos de Alejandro Gurlodovsky no son otra cosa que milagros, e intenta comprar al mago para que cure su enfermedad terminal...
Y, he aquí un extracto del tercer y último capítulo:
[...]— Eso me enfureció— siguió don Ramiro, aún relamiéndose—. Soy un viejo maniático al que el dinero ha acostumbrado a no ser desobedecido. No acepto bien el que alguien me lleve la contraria. Aún así, contuve el impulso de arrancarle el vaso de un tirón y lanzárselo a la cara. Necesitaba a aquél hombre. [...]
Espero que el final sea de vuestro agrado. A quien le interese o haya llegado tarde, también puede descargar el relato completo aquí:
Nos leemos en breve.
¡UN CUENTO A LA SEMANA!
Ya he hablado de ello en alguna ocasión, pero me gustaría volver sobre el tema.
Es curioso cómo se escriben algunos relatos, cómo nace la chispa. Si preguntas por ello a un número indeterminado de narradores, tarde o temprano te encontrarás con esta respuesta: "me vino".
"Me vino", como si se tratara de un orgasmo espontáneo e involuntario (y creo que esta comparación es acertada, pues no debemos olvidar que escribir es un vicio solitario, como la masturbación). Pero la cosa no acaba ahí. Tarde o temprano, uno de dirá: "primero se me ocurrió el final".
Y es que esto ocurre. En el caso de "EL HOMBRE MILAGRO", "me vino" tras ver un sample de video en el que se jugaba a dar marcja atrás y adelante a la imagen, como en el cinexín. Se jugaba con un chorro de agua vertíendose en un vaso. De ahí salió el final. El resto fue dibujándose poco a poco en mi mente.
Con todo esto quiero decir que a veces, no siempre, conviene recrearse en esa idea que se te ha metido entre ceja y ceja. Puede que sea un buen final, o quizás un buen principio, y el resto de la historia nazca sola.
Pero volvamos a hablar de "LOS CUENTOS DE CRISIS".
Este relato nació de mi obsesión con los prestidigitadores y del odio que siento por los banqueros, dos sentimientos muy básicos. No deja de tener gracia que esta semana leyera una entrevista a JUAN TAMARIZ, nuestro archi-mago favorito, en la que el periodista le preguntaba: "¿podríamos vivir sin magos?", y él respondía: "podríamos vivir sin todo menos oxígeno. Pero el mundo sería muy triste si hubiera más banqueros y menos magos". Unos párrafos más tarde le preguntaban: "¿Y usted no tendría un truco mágico contra la crisis?", y él volvía al asunto: "Sólo puedo ilusionar a la gente para que proteste contra los trucos malévolos de los financieros".
Da la sensación de que Tamariz ha leído mi relato, antes incluso de colgarlo en la web. Por algo es mago ¿no?
Y vamos ya con el resumen del segundo capítulo, para los rezagados.
ANTERIORMENTE EN "EL HOMBRE MILAGRO":
Don Ramiro confirma que los trucos de Alejandro Gurlodovsky no son otra cosa que milagros, e intenta comprar al mago para que cure su enfermedad terminal...
Y, he aquí un extracto del tercer y último capítulo:
***
[...]— Eso me enfureció— siguió don Ramiro, aún relamiéndose—. Soy un viejo maniático al que el dinero ha acostumbrado a no ser desobedecido. No acepto bien el que alguien me lleve la contraria. Aún así, contuve el impulso de arrancarle el vaso de un tirón y lanzárselo a la cara. Necesitaba a aquél hombre. [...]
***
DESCARGA LA TERCERA PARTE PINCHANDO AQUÍ Y ENVÍASELA A TUS AMIGOS Y A TUS ENEMIGOS:
EL HOMBRE MILAGRO. parte 3.
EL HOMBRE MILAGRO. parte 3.
Espero que el final sea de vuestro agrado. A quien le interese o haya llegado tarde, también puede descargar el relato completo aquí:
Nos leemos en breve.
¡UN CUENTO A LA SEMANA!
geniaaal!! TACHAAAAAN.....!!!!!!!!!
ResponderEliminargracias, gracias!!
ResponderEliminarComo se nota que me quieres muxo.
Un besor, pecadora.
Ya no es que tengas buenas ideas, ni que sepas como mantener la intriga. Aparte de todo eso, que no es poco, cada vez escribes mejor (genial la cartera a la que se le marcan las costillas). Es ser bueno y buscar la excelencia es solo patrimonio de los virtuosos.
ResponderEliminarEl mejor elogio: Tus primeros cuentos eran buenisimos, pero nada en comparación de los nuevos.
Joder, que bien, tío! Así da gusto. Gracias, gracias, mil gracias. De repente no sé que decir.
ResponderEliminarUn abrazo!