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martes, 5 de agosto de 2008

LAS CLASES DE LOS MAESTROS: ITALO CALVINO.

Buenas tardes tengan ustedes, amigos del murciélago.

No hay nada peor para un aprendiz de escritor que la pereza, porque la pereza se convierte en desidia por uso y costumbre, y cuando la desidia te abraza estás perdido, te abandonas a ella dulcemente. Yo por ejemplo estoy siempre luchando con las ganas de rascarme mi encarnado escroto de murciélago, en vez de escribir el relato que tengo en la cabeza, ése que no me deja vivir en paz hasta que no lo escribo, sea de una profundidad insondable o de una estupidez suprema.

Otro de los peligros es el inverso. El exceso de energía creativa. Es decir, cuanto más creativos seáis mejor, eso nadie lo va a discutir, pero el peligro sigue ahí. Te pones a escribir un cuento, y cuando vas por lo más duro, se te ocurre un brillante idea para otro relato. Así que abandonas el primero y te pones con el segundo. Curiosamente, cuando vas por la mitad, más o menos, la idea ya no te parece tan brillante. Y es que por la cabeza te ronda otra genial. Y dejas el segundo relato para empezar el tercero. Y así vas llenando el disco duro de trabajos inacabados.
Hay que luchar también contra esa fuerza. Porque la única forma que tenemos de aprender nuestro oficio de narrador es narrando. Empezar-terminar, así debe ser. Si se te ocurre otra buena idea cuando aún no has terminado el cuento que estás escribiendo, apúntala y sigue con lo que hacías. Recuerda que la paciencia es una virtud.

Precisamente, en "las clases de los maestros" nos va a hablar de ello el gran ITALO CALVINO.

Ahí va eso:



"Escribo a mano y hago muchas, muchas correcciones. Diría que tacho más de lo que escribo. Tengo que buscar cada palabra cuando hablo, y experimento la misma dificultad cuando escribo. Después hago una cantidad de adiciones, interpolaciones, con una caligrafía diminuta.

Me gustaría trabajar todos los días. Pero a la mañana invento todo tipo de excusas para no trabajar: tengo que salir, hacer alguna compra, comprar los periódicos. Por lo general, me las arreglo para desperdiciar la mañana, así que termino escribiendo de tarde. Soy un escritor diurno, pero como desperdicio la mañana, me he convertido en un escritor vespertino. Podría escribir de noche, pero cuando lo hago no duermo. Así que trato de evitarlo.

Siempre tengo una cantidad de proyectos. Tengo una lista de alrededor de veinte libros que me gustaría escribir, pero después llega el momento de decidir que voy a escribir ese libro.

Cuando escribo un libro que es pura invención, siento un anhelo de escribir de un modo que trate directamente la vida cotidiana, mis actividades e ideas. En ese momento, el libro que me gustaría escribir no es el que estoy escribiendo. Por otra parte, cuando estoy escribiendo algo muy autobiográfico, ligado a las particularidades de la vida cotidiana, mi deseo va en dirección opuesta. El libro se convierte en uno de invención, sin relación aparente conmigo mismo y, tal vez por esa misma razón, más sincero".

Italo Calvino.


Así que ya sabéis, si os veis arrastrados por esas malévolas fuerzas centrífugas... ¡resistíos! Hasta los más grandes las han sufrido.

Y así lo voy a dejar, que no me gusta ponerme profundo ni dar consejos de abuelo cebolleta.

Me voy, me voy a tomar un poco el aire, a atrapar un par de hermosas moscas como aperitivo antes de volver al trabajo. El teclado espera y tengo que luchar contra la pereza, pero yo os prometo que aquí estaré en unos días con...

¡UN CUENTO A LA SEMANA!

LAS CLASES DE LOS MAESTROS: ITALO CALVINO.

Buenas tardes tengan ustedes, amigos del murciélago.

No hay nada peor para un aprendiz de escritor que la pereza, porque la pereza se convierte en desidia por uso y costumbre, y cuando la desidia te abraza estás perdido, te abandonas a ella dulcemente. Yo por ejemplo estoy siempre luchando con las ganas de rascarme mi encarnado escroto de murciélago, en vez de escribir el relato que tengo en la cabeza, ése que no me deja vivir en paz hasta que no lo escribo, sea de una profundidad insondable o de una estupidez suprema.

Otro de los peligros es el inverso. El exceso de energía creativa. Es decir, cuanto más creativos seáis mejor, eso nadie lo va a discutir, pero el peligro sigue ahí. Te pones a escribir un cuento, y cuando vas por lo más duro, se te ocurre un brillante idea para otro relato. Así que abandonas el primero y te pones con el segundo. Curiosamente, cuando vas por la mitad, más o menos, la idea ya no te parece tan brillante. Y es que por la cabeza te ronda otra genial. Y dejas el segundo relato para empezar el tercero. Y así vas llenando el disco duro de trabajos inacabados.
Hay que luchar también contra esa fuerza. Porque la única forma que tenemos de aprender nuestro oficio de narrador es narrando. Empezar-terminar, así debe ser. Si se te ocurre otra buena idea cuando aún no has terminado el cuento que estás escribiendo, apúntala y sigue con lo que hacías. Recuerda que la paciencia es una virtud.

Precisamente, en "las clases de los maestros" nos va a hablar de ello el gran ITALO CALVINO.

Ahí va eso:



"Escribo a mano y hago muchas, muchas correcciones. Diría que tacho más de lo que escribo. Tengo que buscar cada palabra cuando hablo, y experimento la misma dificultad cuando escribo. Después hago una cantidad de adiciones, interpolaciones, con una caligrafía diminuta.

Me gustaría trabajar todos los días. Pero a la mañana invento todo tipo de excusas para no trabajar: tengo que salir, hacer alguna compra, comprar los periódicos. Por lo general, me las arreglo para desperdiciar la mañana, así que termino escribiendo de tarde. Soy un escritor diurno, pero como desperdicio la mañana, me he convertido en un escritor vespertino. Podría escribir de noche, pero cuando lo hago no duermo. Así que trato de evitarlo.

Siempre tengo una cantidad de proyectos. Tengo una lista de alrededor de veinte libros que me gustaría escribir, pero después llega el momento de decidir que voy a escribir ese libro.

Cuando escribo un libro que es pura invención, siento un anhelo de escribir de un modo que trate directamente la vida cotidiana, mis actividades e ideas. En ese momento, el libro que me gustaría escribir no es el que estoy escribiendo. Por otra parte, cuando estoy escribiendo algo muy autobiográfico, ligado a las particularidades de la vida cotidiana, mi deseo va en dirección opuesta. El libro se convierte en uno de invención, sin relación aparente conmigo mismo y, tal vez por esa misma razón, más sincero".

Italo Calvino.


Así que ya sabéis, si os veis arrastrados por esas malévolas fuerzas centrífugas... ¡resistíos! Hasta los más grandes las han sufrido.

Y así lo voy a dejar, que no me gusta ponerme profundo ni dar consejos de abuelo cebolleta.

Me voy, me voy a tomar un poco el aire, a atrapar un par de hermosas moscas como aperitivo antes de volver al trabajo. El teclado espera y tengo que luchar contra la pereza, pero yo os prometo que aquí estaré en unos días con...

¡UN CUENTO A LA SEMANA!

lunes, 23 de junio de 2008

LAS CLASES DE LOS MAESTROS: GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ. Parte III.

Una semana más con vosotros, amigos del murciélago, revoloteando por la web en busca de nuevos lectores a los que chupar la sangre.

Y de nuevo traigo conmigo al maestro García Márquez, con la tercera y última clase magistral que nos va a dar (de momento). Esta vez, el consejo es breve, aunque será apreciado en su justa medida por los aprendices de cuentista:


Advertencias de un escritor.
Gabriel García Márquez.


    1. Una cosa es una historia larga, y otra, una historia alargada.
    2. El final de un reportaje hay que escribirlo cuando vas por la mitad.
    3. El autor recuerda más cómo termina un artículo que cómo empieza.
    4. Es más fácil atrapar un conejo que un lector.
    5. Hay que empezar con la voluntad de que aquello que escribimos va a ser lo mejor que se ha escrito nunca, porque luego siempre queda algo de esa voluntad.
    6. Cuando uno se aburre escribiendo el lector se aburre leyendo.
    7. No debemos obligar al lector a leer una frase de nuevo.

    Y ya que estamos, os daré mi propio consejo. Sacad partido de las palabras de los que saben más que vosotros, aunque no hay que seguirlas a pies juntillas, porque lo que cuenta al fin y al cabo es vuestro propio criterio.

    Claro que, si os dais cuenta de que nadie más lo comparte, es que va siendo hora de hacer un ejercicio de humildad. Recuerda aquel chiste tan malo, pero que encierra una valiosa lección; el del borracho que va a toda velocidad por la carretera y, harto de que los cláxones del resto de conductores, exclama: "¡LOCOS, VAIS TODOS EN CONTRA DIRECCIÓN!".

    O en términos estadísticos: hay muy pocos genios en el mundo y es muy improbable que tú o yo seamos uno de ellos.

    En fin, hasta aquí las noticas del murciélago. Espero que sigais atentos a mi próximo relato. Esta vez abordo el género fantástico... aunque desde mi punto de vista un tanto punk.

    Así somos las alimañas voladoras, vemos las cosas diferentes, precisamente porque las vemos desde lo alto. Nos leemos pronto con...

    ¡UN CUENTO A LA SEMANA!

    LAS CLASES DE LOS MAESTROS: GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ. Parte III.

    Una semana más con vosotros, amigos del murciélago, revoloteando por la web en busca de nuevos lectores a los que chupar la sangre.

    Y de nuevo traigo conmigo al maestro García Márquez, con la tercera y última clase magistral que nos va a dar (de momento). Esta vez, el consejo es breve, aunque será apreciado en su justa medida por los aprendices de cuentista:


    Advertencias de un escritor.
    Gabriel García Márquez.


      1. Una cosa es una historia larga, y otra, una historia alargada.
      2. El final de un reportaje hay que escribirlo cuando vas por la mitad.
      3. El autor recuerda más cómo termina un artículo que cómo empieza.
      4. Es más fácil atrapar un conejo que un lector.
      5. Hay que empezar con la voluntad de que aquello que escribimos va a ser lo mejor que se ha escrito nunca, porque luego siempre queda algo de esa voluntad.
      6. Cuando uno se aburre escribiendo el lector se aburre leyendo.
      7. No debemos obligar al lector a leer una frase de nuevo.

      Y ya que estamos, os daré mi propio consejo. Sacad partido de las palabras de los que saben más que vosotros, aunque no hay que seguirlas a pies juntillas, porque lo que cuenta al fin y al cabo es vuestro propio criterio.

      Claro que, si os dais cuenta de que nadie más lo comparte, es que va siendo hora de hacer un ejercicio de humildad. Recuerda aquel chiste tan malo, pero que encierra una valiosa lección; el del borracho que va a toda velocidad por la carretera y, harto de que los cláxones del resto de conductores, exclama: "¡LOCOS, VAIS TODOS EN CONTRA DIRECCIÓN!".

      O en términos estadísticos: hay muy pocos genios en el mundo y es muy improbable que tú o yo seamos uno de ellos.

      En fin, hasta aquí las noticas del murciélago. Espero que sigais atentos a mi próximo relato. Esta vez abordo el género fantástico... aunque desde mi punto de vista un tanto punk.

      Así somos las alimañas voladoras, vemos las cosas diferentes, precisamente porque las vemos desde lo alto. Nos leemos pronto con...

      ¡UN CUENTO A LA SEMANA!

      lunes, 9 de junio de 2008

      LAS CLASES DE LOS MAESTROS 3: GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ. Parte II.

      Buenas tardes, amigos del murciélago.

      Esta semana, en "Las clases de los maestros" volvemos a tener como invitado al señor Gabriel García Márquez.

      Muchos ensayistas e intelectuales han abordado "la diferencia entre relato y novela". Una gran parte suele hacer incapié en que la diferencia básica estriba en el número de páginas que componen la obra. A riesgo de parecer zafio (quiero dejar claro que no sólo lo parezco, sino que lo soy) y hablando "en plata"; según estos autores, si el grueso de folios supera el dedo de grosor, la obra se considera novela. En caso contrario es un relato.

      Este tratamiento, un tanto burdo, es más común de lo que parece. Siguiendo esta pauta casi podríamos preguntar a cuánto está el quilo de novela o de relato, como si de tomates o sardinas se tratara.

      Como no, suelen ser los cuentistas o novelistas, los que definen con mayor claridad la difusa línea que separa los géneros literarios. Porque esa línea está llena de matices, difíciles de expresar muchas veces si no es através de la misma literatura.
      Autores como Cortázar o García Márquez son los que me han parecido más didacticos y honestos.

      Así que, siguiendo con el maestro García Márquez, os dejo con unos extractos de su pequeño ensayo sobre la narrativa: "¿Todo cuento es un cuento chino?". No lo reproduzco completo, porque no quiero saturaros. En caso de que realmente os interese el tema, seguro que podéis encontrar el texto completo en Internet o en vuestra librería favorita.

      Vamos allá:


      ¿TODO CUENTO ES UN CUENTO CHINO?

      Gabriel García Márquez.



      "Escribir una novela es pegar ladrillos. Escribir un cuento es vaciar en concreto. No sé de quién es esa frase certera. La he escuchado y repetido desde hace tanto tiempo sin que nadie la reclame, que a lo mejor termino creyendo que es mía. Hay otra comparación que es pariente pobre de la anterior: el cuento es una flecha en el centro del blanco y la novela es cazar conejos. En todo caso esta pregunta del lector ofrece una buena ocasión para dar vueltas una vez más, como siempre, sobre las diferencias de dos géneros literarios distintos y sin embargo confundibles. Una razón de eso puede ser el despiste de atribuirle las diferencias a la longitud del texto, con distinciones de géneros entre cuento corto y cuento largo. La diferencia es válida entre un cuento y otro, pero no entre cuento y novela.

      La intensidad y la unidad interna son esenciales en un cuento y no tanto en la novela, que por fortuna tiene otros recursos para convencer. Por lo mismo, cuando uno acaba de leer un cuento puede imaginarse lo que se le ocurra del antes y el después, y todo eso seguirá siendo parte de la materia y la magia de lo que leyó. La novela, en cambio, debe llevar todo dentro. Podría decirse, sin tirar la toalla, que la diferencia en última instancia podría ser tan subjetiva como tantas bellezas de la vida real.

      ...

      El cuento parece ser el género natural de la humanidad por su incorporación espontánea a la vida cotidiana. Tal vez lo inventó sin saberlo el primer hombre de las cavernas que salió a cazar una tarde y no regresó hasta el día siguiente con la excusa de haber librado un combate a muerte con una fiera enloquecida por el hambre. En cambio, lo que hizo su mujer cuando se dio cuenta de que el heroísmo de su hombre no era más que un cuento chino pudo ser la primera y quizás la novela más larga del siglo de piedra".


      Sobran mis explicaciones, ¿verdad?.

      Y como sobran las palabras, el murciélago también sobra.
      Corro a refugiarme en lugar fresco y oscuro, como por ejemplo tu armario ropero o la lavadora de tu madre, hasta que oscurezca. Entonces saldré a tomar un tentempié.

      Por supuesto, pasaos esta semana por mi cueva. Colgaré el estremecedor final de mi relato folletinesco: "TERRORISTA NO, CUENTISTA".

      Sí, ya sé que es duro, pero es lo que hay:

      ¡UN CUENTO A LA SEMANA!

      LAS CLASES DE LOS MAESTROS 3: GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ. Parte II.

      Buenas tardes, amigos del murciélago.

      Esta semana, en "Las clases de los maestros" volvemos a tener como invitado al señor Gabriel García Márquez.

      Muchos ensayistas e intelectuales han abordado "la diferencia entre relato y novela". Una gran parte suele hacer incapié en que la diferencia básica estriba en el número de páginas que componen la obra. A riesgo de parecer zafio (quiero dejar claro que no sólo lo parezco, sino que lo soy) y hablando "en plata"; según estos autores, si el grueso de folios supera el dedo de grosor, la obra se considera novela. En caso contrario es un relato.

      Este tratamiento, un tanto burdo, es más común de lo que parece. Siguiendo esta pauta casi podríamos preguntar a cuánto está el quilo de novela o de relato, como si de tomates o sardinas se tratara.

      Como no, suelen ser los cuentistas o novelistas, los que definen con mayor claridad la difusa línea que separa los géneros literarios. Porque esa línea está llena de matices, difíciles de expresar muchas veces si no es através de la misma literatura.
      Autores como Cortázar o García Márquez son los que me han parecido más didacticos y honestos.

      Así que, siguiendo con el maestro García Márquez, os dejo con unos extractos de su pequeño ensayo sobre la narrativa: "¿Todo cuento es un cuento chino?". No lo reproduzco completo, porque no quiero saturaros. En caso de que realmente os interese el tema, seguro que podéis encontrar el texto completo en Internet o en vuestra librería favorita.

      Vamos allá:


      ¿TODO CUENTO ES UN CUENTO CHINO?

      Gabriel García Márquez.



      "Escribir una novela es pegar ladrillos. Escribir un cuento es vaciar en concreto. No sé de quién es esa frase certera. La he escuchado y repetido desde hace tanto tiempo sin que nadie la reclame, que a lo mejor termino creyendo que es mía. Hay otra comparación que es pariente pobre de la anterior: el cuento es una flecha en el centro del blanco y la novela es cazar conejos. En todo caso esta pregunta del lector ofrece una buena ocasión para dar vueltas una vez más, como siempre, sobre las diferencias de dos géneros literarios distintos y sin embargo confundibles. Una razón de eso puede ser el despiste de atribuirle las diferencias a la longitud del texto, con distinciones de géneros entre cuento corto y cuento largo. La diferencia es válida entre un cuento y otro, pero no entre cuento y novela.

      La intensidad y la unidad interna son esenciales en un cuento y no tanto en la novela, que por fortuna tiene otros recursos para convencer. Por lo mismo, cuando uno acaba de leer un cuento puede imaginarse lo que se le ocurra del antes y el después, y todo eso seguirá siendo parte de la materia y la magia de lo que leyó. La novela, en cambio, debe llevar todo dentro. Podría decirse, sin tirar la toalla, que la diferencia en última instancia podría ser tan subjetiva como tantas bellezas de la vida real.

      ...

      El cuento parece ser el género natural de la humanidad por su incorporación espontánea a la vida cotidiana. Tal vez lo inventó sin saberlo el primer hombre de las cavernas que salió a cazar una tarde y no regresó hasta el día siguiente con la excusa de haber librado un combate a muerte con una fiera enloquecida por el hambre. En cambio, lo que hizo su mujer cuando se dio cuenta de que el heroísmo de su hombre no era más que un cuento chino pudo ser la primera y quizás la novela más larga del siglo de piedra".


      Sobran mis explicaciones, ¿verdad?.

      Y como sobran las palabras, el murciélago también sobra.
      Corro a refugiarme en lugar fresco y oscuro, como por ejemplo tu armario ropero o la lavadora de tu madre, hasta que oscurezca. Entonces saldré a tomar un tentempié.

      Por supuesto, pasaos esta semana por mi cueva. Colgaré el estremecedor final de mi relato folletinesco: "TERRORISTA NO, CUENTISTA".

      Sí, ya sé que es duro, pero es lo que hay:

      ¡UN CUENTO A LA SEMANA!

      martes, 27 de mayo de 2008

      LAS CLASES DE LOS MAESTROS 2: GABRIEL GARCÍA MARQUEZ.

      Buenas tardes, amigos del murciélago.
      Esta semana tenemos entre nosotros al gran maestro Gabriel García Márquez.

      Mucho ha escrito este hombre, y mucho habréis leído de él y sobre él. No voy a hacer publicidad de su obra literaria porque, francamente, no lo necesita.

      Y sin embargo, algunos de vosotros no sabréis que, además de novela y relato, García Márquez ha escrito mucho sobre el arte de narrar.

      A los que quieran escribir relatos o guiones y se encuentren un poco perdidos, les recomendaría "CÓMO SE CUENTA UN CUENTO", "ME ALQUILO PARA SOÑAR", y "LA BENDITA MANÍA DE CONTAR".

      No os asustéis, no son libros sesudos sobre teoría de la narración, son las transcripciones de los talleres de guión que impartía el maestro en la Escuela Internacional de cine y Televisión de La Habana. Tampoco os equivoquéis, no hablan de cine exclusivamente, ni siquiera del proceso de escritura de un guión cinematográfico.

      Hablan del proceso de creación de una historia. De una buena historia.

      Veréis como se parte de una idea y cómo esa idea va tomando forma, como una oruga que pasa por la fase de crisálida hasta convertirse en una brillante mariposa de colores. Una lectura muy amena, muy divertida. Disfrutaréis con los cuentos y con el proceso, os lo aseguro. La magia de la narración en vuestras manos.

      Todos los aspirantes a narrador deberían echar un ojo a estos libros.

      Ahora mismo los encontraréis a un precio bastante bueno en edición de bolsillo. Peguntad por ellos en vuestra librería favorita.



      Y por hoy lo dejo. El murciélago está afilándose los colmillos mientras escribe un nuevo relato.
      Por supuesto, mañana tendréis vuestra dosis, porque colgaré mi cuento número 5. Un despropósito colosal que logrará arrancaros alaridos, si es que os atrevéis a leerlo.
      Ya conocéis mi lema:

      ¡UN CUENTO A LA SEMANA!

      LAS CLASES DE LOS MAESTROS 2: GABRIEL GARCÍA MARQUEZ.

      Buenas tardes, amigos del murciélago.
      Esta semana tenemos entre nosotros al gran maestro Gabriel García Márquez.

      Mucho ha escrito este hombre, y mucho habréis leído de él y sobre él. No voy a hacer publicidad de su obra literaria porque, francamente, no lo necesita.

      Y sin embargo, algunos de vosotros no sabréis que, además de novela y relato, García Márquez ha escrito mucho sobre el arte de narrar.

      A los que quieran escribir relatos o guiones y se encuentren un poco perdidos, les recomendaría "CÓMO SE CUENTA UN CUENTO", "ME ALQUILO PARA SOÑAR", y "LA BENDITA MANÍA DE CONTAR".

      No os asustéis, no son libros sesudos sobre teoría de la narración, son las transcripciones de los talleres de guión que impartía el maestro en la Escuela Internacional de cine y Televisión de La Habana. Tampoco os equivoquéis, no hablan de cine exclusivamente, ni siquiera del proceso de escritura de un guión cinematográfico.

      Hablan del proceso de creación de una historia. De una buena historia.

      Veréis como se parte de una idea y cómo esa idea va tomando forma, como una oruga que pasa por la fase de crisálida hasta convertirse en una brillante mariposa de colores. Una lectura muy amena, muy divertida. Disfrutaréis con los cuentos y con el proceso, os lo aseguro. La magia de la narración en vuestras manos.

      Todos los aspirantes a narrador deberían echar un ojo a estos libros.

      Ahora mismo los encontraréis a un precio bastante bueno en edición de bolsillo. Peguntad por ellos en vuestra librería favorita.



      Y por hoy lo dejo. El murciélago está afilándose los colmillos mientras escribe un nuevo relato.
      Por supuesto, mañana tendréis vuestra dosis, porque colgaré mi cuento número 5. Un despropósito colosal que logrará arrancaros alaridos, si es que os atrevéis a leerlo.
      Ya conocéis mi lema:

      ¡UN CUENTO A LA SEMANA!

      lunes, 12 de mayo de 2008

      CLASES DE LOS MAESTROS 1: MONTERROSO

      Buenos noches, amigos del MURCIÉLAGO.

      Abrimos esta segunda semana de vida de nuestro Blog de relatos con una nueva sección:

      “LAS CLASES DE LOS MAESTROS”

      Mi intención es ir colgando las impresiones, teorías y consejos de los maestros del relato. Algunos de vosotros, contadores de historias, las habréis leído, otros más profanos no. En todo caso es una lectura interesante para todos los públicos.

      Para los que pretenden escribir pueden convertirse en un faro en la niebla, facilitar la comprensión de la lógica y el sentido de la narrativa, así como esclarecer aspectos relativos al tema, al objetivo final del relato, a descubrir que forma y contenido van estrechamente ligados.

      Para los más hedonistas (y a menudo los más sabios), los lectores, podría significar una oportunidad de clarificar todo aquello que, de alguna forma habían pensado al leer tal o cual relato, pero que nunca habían sido capaces de formular con palabras, la posibilidad de abordar la lectura desde otro ángulo, insospechado hasta ahora.

      Empezaremos con AUGUSTO MONTERROSO, sin duda el escritor de microrelatos más famoso de todos los tiempos. Su relato del dinosaurio ha sido estudiado hasta la saciedad y supone un hito en el género: la historia está presente en lo que se lee, pero está aún más presente en lo que no se lee.

      Por supuesto, vuestro amigo el MURCIELÁGO ROJO os recomienda sus microcuentos. Hay antologías y ediciones para todos los gustos y bolsillos, sólo tenéis que acercaros a vuestra librería favorita y preguntar por Monterroso.

      Pero centrémonos en las teorías del relato. Aquí os dejo con la brillante ironía del


      Decálogo del escritor
      Por Augusto Monterroso

      Primero.
      Cuando tengas algo que decir, dilo; cuando no, también. Escribe siempre.

      Segundo.
      No escribas nunca para tus contemporáneos, ni mucho menos, como hacen tantos, para tus antepasados. Hazlo para la posteridad, en la cual sin duda serás famoso, pues es bien sabido que la posteridad siempre hace justicia.

      Tercero.
      En ninguna circunstancia olvides el célebre díctum: "En literatura no hay nada escrito".

      Cuarto.
      Lo que puedas decir con cien palabras dilo con cien palabras; lo que con una, con una. No emplees nunca el término medio; así, jamás escribas nada con cincuenta palabras.

      Quinto.
      Aunque no lo parezca, escribir es un arte; ser escritor es ser un artista, como el artista del trapecio, o el luchador por antonomasia, que es el que lucha con el lenguaje; para esta lucha ejercítate de día y de noche.

      Sexto.
      Aprovecha todas las desventajas, como el insomnio, la prisión, o la pobreza; el primero hizo a Baudelaire, la segunda a Pellico y la tercera a todos tus amigos escritores; evita pues, dormir como Homero, la vida tranquila de un Byron, o ganar tanto como Bloy.

      Séptimo.
      No persigas el éxito. El éxito acabó con Cervantes, tan buen novelista hasta el Quijote. Aunque el éxito es siempre inevitable, procúrate un buen fracaso de vez en cuando para que tus amigos se entristezcan.

      Octavo.
      Fórmate un público inteligente, que se consigue más entre los ricos y los poderosos. De esta manera no te faltarán ni la comprensión ni el estímulo, que emana de estas dos únicas fuentes.

      Noveno.
      Cree en ti, pero no tanto; duda de ti, pero no tanto. Cuando sientas duda, cree; cuando creas, duda. En esto estriba la única verdadera sabiduría que puede acompañar a un escritor.

      Décimo.
      Trata de decir las cosas de manera que el lector sienta siempre que en el fondo es tanto o más inteligente que tú. De vez en cuando procura que efectivamente lo sea; pero para lograr eso tendrás que ser más inteligente que él.

      Undécimo.
      No olvides los sentimientos de los lectores. Por lo general es lo mejor que tienen; no como tú, que careces de ellos, pues de otro modo no intentarías meterte en este oficio.

      Duodécimo.
      Otra vez el lector. Entre mejor escribas más lectores tendrás; mientras les des obras cada vez más refinadas, un número cada vez mayor apetecerá tus creaciones; si escribes cosas para el montón nunca serás popular y nadie tratará de tocarte el saco en la calle, ni te señalará con el dedo en el supermercado.

      El autor da la opción al escritor de descartar dos de estos enunciados, y quedarse con los restantes diez.


      Y ahora, amigos míos, id en paz. Yo voy a colgarme, como siempre, para que la sangre me riegue el cerebro. Mañana, además de colgarme yo, colgaré mi relato número 3.

      Por que no olvido mi promesa: ¡UN CUENTO A LA SEMANA!


      CLASES DE LOS MAESTROS 1: MONTERROSO

      Buenos noches, amigos del MURCIÉLAGO.

      Abrimos esta segunda semana de vida de nuestro Blog de relatos con una nueva sección:

      “LAS CLASES DE LOS MAESTROS”

      Mi intención es ir colgando las impresiones, teorías y consejos de los maestros del relato. Algunos de vosotros, contadores de historias, las habréis leído, otros más profanos no. En todo caso es una lectura interesante para todos los públicos.

      Para los que pretenden escribir pueden convertirse en un faro en la niebla, facilitar la comprensión de la lógica y el sentido de la narrativa, así como esclarecer aspectos relativos al tema, al objetivo final del relato, a descubrir que forma y contenido van estrechamente ligados.

      Para los más hedonistas (y a menudo los más sabios), los lectores, podría significar una oportunidad de clarificar todo aquello que, de alguna forma habían pensado al leer tal o cual relato, pero que nunca habían sido capaces de formular con palabras, la posibilidad de abordar la lectura desde otro ángulo, insospechado hasta ahora.

      Empezaremos con AUGUSTO MONTERROSO, sin duda el escritor de microrelatos más famoso de todos los tiempos. Su relato del dinosaurio ha sido estudiado hasta la saciedad y supone un hito en el género: la historia está presente en lo que se lee, pero está aún más presente en lo que no se lee.

      Por supuesto, vuestro amigo el MURCIELÁGO ROJO os recomienda sus microcuentos. Hay antologías y ediciones para todos los gustos y bolsillos, sólo tenéis que acercaros a vuestra librería favorita y preguntar por Monterroso.

      Pero centrémonos en las teorías del relato. Aquí os dejo con la brillante ironía del


      Decálogo del escritor
      Por Augusto Monterroso

      Primero.
      Cuando tengas algo que decir, dilo; cuando no, también. Escribe siempre.

      Segundo.
      No escribas nunca para tus contemporáneos, ni mucho menos, como hacen tantos, para tus antepasados. Hazlo para la posteridad, en la cual sin duda serás famoso, pues es bien sabido que la posteridad siempre hace justicia.

      Tercero.
      En ninguna circunstancia olvides el célebre díctum: "En literatura no hay nada escrito".

      Cuarto.
      Lo que puedas decir con cien palabras dilo con cien palabras; lo que con una, con una. No emplees nunca el término medio; así, jamás escribas nada con cincuenta palabras.

      Quinto.
      Aunque no lo parezca, escribir es un arte; ser escritor es ser un artista, como el artista del trapecio, o el luchador por antonomasia, que es el que lucha con el lenguaje; para esta lucha ejercítate de día y de noche.

      Sexto.
      Aprovecha todas las desventajas, como el insomnio, la prisión, o la pobreza; el primero hizo a Baudelaire, la segunda a Pellico y la tercera a todos tus amigos escritores; evita pues, dormir como Homero, la vida tranquila de un Byron, o ganar tanto como Bloy.

      Séptimo.
      No persigas el éxito. El éxito acabó con Cervantes, tan buen novelista hasta el Quijote. Aunque el éxito es siempre inevitable, procúrate un buen fracaso de vez en cuando para que tus amigos se entristezcan.

      Octavo.
      Fórmate un público inteligente, que se consigue más entre los ricos y los poderosos. De esta manera no te faltarán ni la comprensión ni el estímulo, que emana de estas dos únicas fuentes.

      Noveno.
      Cree en ti, pero no tanto; duda de ti, pero no tanto. Cuando sientas duda, cree; cuando creas, duda. En esto estriba la única verdadera sabiduría que puede acompañar a un escritor.

      Décimo.
      Trata de decir las cosas de manera que el lector sienta siempre que en el fondo es tanto o más inteligente que tú. De vez en cuando procura que efectivamente lo sea; pero para lograr eso tendrás que ser más inteligente que él.

      Undécimo.
      No olvides los sentimientos de los lectores. Por lo general es lo mejor que tienen; no como tú, que careces de ellos, pues de otro modo no intentarías meterte en este oficio.

      Duodécimo.
      Otra vez el lector. Entre mejor escribas más lectores tendrás; mientras les des obras cada vez más refinadas, un número cada vez mayor apetecerá tus creaciones; si escribes cosas para el montón nunca serás popular y nadie tratará de tocarte el saco en la calle, ni te señalará con el dedo en el supermercado.

      El autor da la opción al escritor de descartar dos de estos enunciados, y quedarse con los restantes diez.


      Y ahora, amigos míos, id en paz. Yo voy a colgarme, como siempre, para que la sangre me riegue el cerebro. Mañana, además de colgarme yo, colgaré mi relato número 3.

      Por que no olvido mi promesa: ¡UN CUENTO A LA SEMANA!