miércoles, 25 de marzo de 2009

RELATO 43: "EL TRABAJO ES LO PRIMERO"

Buenas tardes, amigos del murciélago.

"El trabajo dignifica", han dicho señores más sabios que yo.

Bueno, puede ser. Pero yo digo que eso será así cuando el trabajo es digno (claro, de ahí viene lo de "dignificar").

Hablando en términos de trabajo, es curioso que pueda haber algo peor que un empleo que odias con toda tu alma. Y eso es el aburrimiento de no tener nada que hacer. Cuando no trabajamos tenemos la sensación de que "no somos productivos", pero si lo miras bien...
Bueno, yo trabajo en una oficina y, la verdad, mi trabajo no aporta nada al mundo.
Sí, claro, me da de comer, y eso no es poco, y mantiene a flote a una empresa, y eso hace que yo siga trabajando y siga comiendo, y que la empresa sigua adelante, y... En fin, es el pez que se muerde la cola.
Pero si hablamos de humanidad, sigo pensando que mi empleo no aporta nada al mundo. Por eso admiro a todos aquellos que trabajan con sus manos, de sol a sol. Porque, aunque su trabajo también sea una mierda, dejan su firma, palpable, sobre algo físico. Y es que, a mi modo de ver, si hay algo peor que un trabajo que odias, o que aburrirte por no tenerlo (con el exiguo cobro del paro), eso es tener un trabajo que odias y que encima es mortalmente aburrido.

Si el Infierno existe, debe ser algo parecido a eso. El tedio diario multiplicado hasta el infinito, sin las pequeñas alegrías cotidianas que hacen que al día siguiente abandonemos los dulces brazos de Morfeo sin ganas de cortarnos la venas.

Con todo, hay gente que vive para el trabajo. Si se vuelcan de esa forma, si no son capaces de ver nada más, ¿será que están vacíos o que son cobardes? ¿Es su trabajo una vía de escape? ¿Es la ambición lo último que le queda a un hombre hueco?
Por suerte también los hay que tienen cosas que decir, que sienten el deseo de aprender y de hacer, aunque el trabajo les pueda llegar a obcecar y luego no sepan por donde empezar.
El desasosiego del cambio es profundo y oscuro, como un largo túnel. Pero todo tunel termina en una salida, tarde o temprano.
Si eres de esos, paciencia.

Sí, el trabajo dignifica, pero no es lo único.
Busca, que al final encontrarás.

En fin, os dejo con el relato de la semana. Ahí va eso, cogedlo:




"EL TRABAJO ES LO PRIMERO"




“El trabajo es importante”, respondía, cuando su mujer protestaba y le miraba con pesar, con aquellos ojos del color de la miel. “El trabajo es importante”, respondía, y ponía el dedo índice en aquellos labios que mendigaban besos.
“Shhh”, decía entonces, “lo hago por vosotros, lo hago por vosotros”.
Pero lo cierto es que las vacaciones se le hacían largas, y se ponía muy nervioso si estaba fuera demasiado tiempo. ¿Quién sabe qué disparates se harían en su ausencia?
Así discurría su vida. De casa al trabajo y del trabajo a casa. Muy de vez en cuando una caricia y un “te quiero”, más por compromiso que por otra cosa, y alborotar el cabello a los críos día sí y día no, hasta que una noche, al volver, comprobó que eran tan altos como él y que ya no se dejaban.
Y así murió; comprobando con satisfacción el balance semestral. Su corazón decidió que estaba aburrido de latir para nada y dejó de trabajar de golpe, sin previo aviso. Huelga General y definitiva.
Al pasar al otro lado, un diablo le sentó en una silla de cuero ergonómica (hubiera sido cómoda sino estuviera forrada de chinchetas con la punta hacia afuera), y le puso a repasar el censo del Infierno; una lista eteeerna de nombres.
Intentó protestar, pero el diablo, cuyos ojos le habían parecido amarillos al principio y ahora se habían vuelto del color de la miel, le puso un dedo suave en los labios.
“Shhh, shhh”, le dijo, “El trabajo es importante. Lo hacemos por vosotros. Lo hacemos por vosotros”.
“Shhhh”
Y le alborotó el cabello".




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Bien, amigos currantes. Espero que os haya gustado. Ya conocéis el precio del cuento semanal. Si habéis disfrutado, enviadlo a un amigo.

Ahora, este murciélago os deja, que acaba de llegar de la oficina y está un poco hecho polvo. Volver a mirar una pantalla de ordenador es lo que menos le apetece ahora mismo.

Ah, pero volverá. Volverá en unos días. ¿Con qué? Pues ya sabéis, con...

¡UN CUENTO A LA SEMANA!

10 comentarios:

  1. ¡Absolutamente de acuerdo! Es muy lindo dejar huellas en las vidas de otras personas (como en mi caso que soy docente desde los 17 años) Pero sería piola dejar huellas en la propia vida ¿no?... estoy pensando en jubilarme...(pero todavía no me da la edad)
    Un saludo desde Buenos Aires!!!!

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  2. Yo me voy a encontrar con ese tío diabólico y me va a soltar lo mismo... acojona...

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  3. mañana mismo dejo el trabajo! :D
    faltan tres piezas de la vajilla tailandesa (o lo que es lo mismo: mi misión está al 50%, jefe).
    sigue así! :D

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  4. schhh...voy a jubilarme ya!!paso de q el diablo me despeine..

    muy bueno.

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  5. Ahhhh, mis queridos amigos. Que cosa tan extraña que todos estemos de acuerdo. No sabemos si el trabajo dignifica, pero que cansa; eso es seguro.

    ¡Un abrazo a todos!

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  6. un blog muy interesante... segire visitandolo

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  7. wai tio!!
    pues cuando pueda me lo mirare, y haber si me sale alguna ilustracion
    SALUDOS

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  8. M, conrad, bienvenidos a mi Blog. Ya he colocado vuestros links en mi lista para que todos mis visitantes sena también los vuestros.

    ah, y desde aquí ratifico mi ofrecimiento. Cualquier dibujante o fotógrafo que quiera ilustrar alguno de mis relatos, está invitado a hacerlo. Vuestro trabajo acompañará al cuento en cuestión.

    Un abrazo a todos!

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  9. Siento ser yo el que os lo diga, pero lo de que el trabajo dignifica se lo inventó el primer capullo que montó una empresa, y se lo repitió a los trabajadores para que se levantaran gozosos y felices a las 5 de la mañana. ¡VAMOS NO ME JODAS! Voy a empezar a hacer correr el rumor de que darle dinero a los calvos que veas por la calle te da una parcela con vistas en el cielo, a ver si el borreguismo se impone y cuela, y los de craneo despejado nos montamos el chollo. Eso si, a mi el diablo no me podrá despeinar...
    El relato, como siempre, para aplaudir hasta perder las plumas

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  10. MAestro, siempre que leo sus comentarios es como si los hubiera escrito yo mismo.

    Un abrazo. Y pronto... al teatro.

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